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Amantes en el metro

El trayecto se mece en él y en ella:
gordos, de unos cincuenta, con la ropa
desolada de tanto ponérsela y quitársela.
En el túnel se acusa la indigencia,
un ansia alcohólica, un aire
que justo se insinúa deficiente.
Ella ha empezado a darle besos
y a acariciarlo con torpeza
mientras va murmurándole al oído.
Al sonreír muestran sus dientes,
desordenados pájaros al alba.
El tren se ha detenido en la estación
en la que han de bajar. Con un rebufo,
las puertas se han cerrado detrás de ellos.
Nadie sonríe ya. Las sacudidas marcan
el ritmo de unas mentes como lobos
que buscan desde dónde amar de nuevo.

 

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